ELEGÍ VIVIR
¿Cómo empezó?, no sé. ¿Por qué empezó?, tampoco lo sé. Honestamente, a estas preguntas no les puedo responder. Lo que si puedo hacer, es contarles como han sido estos 8 años de lucha con un rival muy duro y muy poderoso, la anorexia.
Mi nombre es Andrea Núñez, acabo de cumplir 30 años. El año 2005 perdí a mi madre. Ella tuvo su propia lucha con un cáncer que después de 12 años de tratamiento, finalmente se la llevó. Con ello se llevó también mis ganas de vivir. Perdí el apetito por la vida. En ese momento no lo entendí así. No sabía a lo que me enfrentaría. Nunca me propuse, conscientemente, dejar de comer, nunca me sentí gorda y jamás busqué hacer una dieta para verme más delgada. De hecho, siempre fui delgada, tenía un lindo cuerpo. Amaba la comida y las cosas ricas. Pesaba 38 kilos. Hoy, miro atrás y aún no encuentro una explicación válida o lógica que me ayude a entender todo este trastorno. Hoy, miro fotos de aquella época en que estaba sana y me cuesta creer que un día fui así. Sana, feliz, “normal”.
En los últimos meses de su vida, mi mamá perdió por completo el apetito. Cada vez le daban más asco las comidas y recuerdo que cada vez que ella sentía asco de algo, yo comencé lentamente a rechazarlo también. Y terminaba por eliminarlo de mi dieta normal. Cada vez fui eliminando más y más cosas. Tenía la sensación de que era lo único que podía controlar, lo que ingresaba en mí. No podía manejar el dolor de su enfermedad, no podía tomar su lugar y sufrir por ella y, ciertamente, no podía morir por ella aunque así lo deseara. Ya nada estaba a mi alcance. Sólo lo que entraba en mi podía estar bajo mi control. Absurdo, ¿no lo creen? En fin, sin sentido, pero así sucedió. Me aislé de todo y de todos.
No me di cuenta, cuando pesé 36, luego 34 y llegué a 30 kilos. Mi entorno ya estaba muy preocupado, pero yo no le daba importancia. Juraba que tenía todo bajo control, que era un periodo difícil y que pasaría pronto. ¡Cuan equivocada estaba! Empezó una seguidilla de doctores, sicólogos, siquiatras, nutricionistas, nutriólogos, uf…Hasta que vino mi primera hospitalización. Y yo, seguía convencida de que todo estaba bien, que los demás exageraban. Algo de peso recuperé y, a casa. Hubo entremedio buenos tiempos. Recuperé algo de mi vida normal, comencé a salir nuevamente, tuve una linda relación de pareja y partí a buscar trabajo. Nuevamente me vi enfrentada a la frustración, había terminado mi carrera de Administración de Empresas pero nunca me resultó ninguno de los trabajos a los que postulé. Fue mi recaída.
Llegué al Hospital pesando 22 kilos. Y si, mi cuerpo aún resistía. El año 2012 fue por lejos el año más difícil de mi vida. Toqué fondo, lo más hondo que se puede llegar. Era una pena inmensa, un dolor que me partía el alma. Me sentía absolutamente desolada. Ver a mi familia y amigos sufrir, temer, enojar. Creo que todos pensaron que moriría, de hecho, los doctores no lograban explicarse como había resistido hasta ese punto. Sonda, alimentación parenteral las 24 horas al día, internada en la UCI del hospital. 2 meses interminables.
Vivimos por estos días, la última parte del verano, corren los últimos días de febrero y aquí estoy. Viva. Tomé la decisión y opté por la vida con resolución y certeza.
Con más ganas de vivir que nunca antes.
Pero ojo, que esta batalla aún continua, es una lucha diaria, con la que he aprendido a convivir. Se resiste, es tramposa, trata de engañarme, de esconderse, uf! ¡Como es de inteligente! Hay días muy complicados pero todo vale la pena. La vida ES BELLA. Con todas sus dificultades, sus simplicidades, lo tangible, lo intangible, lo trascendente, lo banal. El valor de la familia, el de la soledad, lo bonito y lo feo, todo. Todo aquello merece la pena. Les juro que si.
Estoy aprendiendo a vivir otra vez. He ido recuperando mi peso lentamente. Cuento con el apoyo de un centro maravilloso, donde encontré ayuda terapéutica, sicológica, siquiátrica y nutricional. Ellas me asesoran en todo, están acompañándome constantemente en este proceso. Poco a poco me voy reinsertando en la vida. Cuento con mi padre maravilloso, sin igual, un hermano que es tremendo hombre también, familia y amigos incondicionales. Son mi motor. Gracias a ellos porque a pesar de todo, aún creen y confían en mi. Los amo profundamente.
¿Consecuencias?, muchas. Se cayó mi pelo, dejé de menstruar, tengo osteoporosis, descalcificación dental, un estómago ultra delicado, una autoestima muy deteriorada, inseguridad, temor. Pero a cada día, una sonrisa. Cada día vale la pena por si mismo. Hay caminos por recorrer, montañas que subir, mares que navegar. Para todo eso, yo quiero estar.
A quien esté pasando por un momento difícil, a quien esté aproblemado, agobiado de la vida o la rutina. Los tiempos están muy duros en verdad. Vivimos constantemente bajo presiones, ansiedad, competencia, envidia. La vida no es fácil, pero vale cada paso. Es, en si misma, mágica y maravillosa. No te rindas. Verás que el sol vuelve a salir. Y brillará, tarde o temprano, para cada uno. Cada dificultad, al final del camino, te hará crecer y volver a creer. Fuerza.
De lo único que puedo estar segura, es que mi madre, esté donde esté, no me quiere aún a su lado. Ella me quiere acá, en este mundo, así es que tomé la decisión, en nombre mío y de todos mis seres queridos, y en honor a ella, que me regaló la vida con tanto amor. Desde su refugio ha de estar haciendo porras para que esta guerrera no se rinda.
Especial gratitud a mi papá Charly, por estar en todas, por tu aguante, tu complicidad. Te amo mucho.
Por favor, a cualquiera que quiera comentar, preguntar, criticar, opinar, lo que sea, estoy a su disposición. Lo que sea que necesiten, cuenten con migo. Se los digo de todo corazón. Si te sientes triste, feliz, dudoso, inseguro, identificado. Hombres, mujeres, jóvenes, mamás, papás, niños, niñas, lolos, viejitos, adultos, ¡quien sea! Aquí estoy. Les dejo mi correo. No duden en escribirme, con todo amor, respeto y humildad ofrezco mi experiencia al servicio de ustedes.
La vida es “deliciosa” y –de ese placer- sé que no quiero privarme nunca más.
Gracias
ANDREA ALEJANDRA NUÑEZ BERGER
(lupita.n.berger@gmail.com)